ZURBARÁN, UN PINTOR DE TODOS LOS TIEMPOS
Francisco
de Zurbarán es un pintor del Siglo del Oro español, uno de los grandes de la
pintura del siglo XVII, amigo personal de otro de los grandes el sevillano Diego
Velázquez.
Zurbarán
nació en un pueblecito de la Baja Extremadura, de 4.600 habitantes, llamado
Fuente de Cantos, que ha tenido el buen gusto de restaurar su sencilla casa
natal, y la ha convertido en un curioso museo visitado por los amantes del arte
y por los colegiales para conocer al hijo ilustre de su villa, tan ilustre que
sus pinturas se encuentran en los mejores museos del mundo: El Museo del Prado
de Madrid, en la catedral de Sevilla, en el Monasterio español de Guadalupe;
otros en el extranjero, en lugares tan distante como Lisboa, Londres, Suiza,
Dusseldorf, Moscú, Houston, Cincinnati o el Museo Metropolitano de Nueva York, y
otros en colecciones privadas.
¿Pero
qué tiene este singular artista extremeño que su fama traspasó fronteras? Pues
trató la pintura religiosa de manera extraordinaria y exquisita. Su famoso
Cristo crucificado le sirvió para que el Ayuntamiento de Sevilla le encargara
cuadros de este tipo y también los numerosos monasterios de la ciudad andaluza.
Eso lo demostró ofreciendo una pintura de gran fuerza en sus cuadros, destacando
sus Santas, que se encuentran en la sala IV del museo natal, que arropó con singulares
y pomposos vestidos como si fueran de la moda de aquella época, no en balde su padre
fue vendedor de telas. Se trata de una exposición en pequeño formato de las
innumerables Santas que Zurbarán pintó, cuyo objetivo es que quien visualice
estas obras las reconozca como obra del pintor en adelante.
Los
amantes de este pintor pueden ver su obra, como se ha dicho, por todo el mundo,
destacando Sevilla, Madrid y el monasterio español de Guadalupe, donde los
jerónimos le encargaron que pintase allí mismo una serie de cuadros de gran
tamaño y que se conservan en el mismo lugar desde hace siglos, por lo que se la
llama la Reina de las sacristías de España y también la Capilla Sixtina
española. Son ocho grandes cuadros y uno pequeño, que representa a San Jerónimo
en la capillita donde se halla colgado el fanal de la nave capitana turca que
los españoles y la armada del Papa vencieron a los turcos en la Batalla de
Lepanto, en Grecia, en octubre de 1571, y donde Miguel de Cervantes, el autor
de don Quijote, perdió su brazo.
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